Tom Spianti Photography - Films

Trípticos y retratos

Ella se viste de sombras y pudores y sin darse cuenta se está escapando de la mirada amorosa que la desvela. Tal vez ¿aquel ojo óvalo del objectivo le impedía que se mostrara al desnudo ? No lo puedo decir mejor que lo hizo Joël Bousquet : « la consideraba como el objeto de fe de mis sentidos, pero no conseguía acercarme a ella, sólo alcanzaba sus heridas ».

Por Frédéric-Charles Baitinger

Trás cada tríptico de Tom Spianti, revolotean las bromas de una mujer niña. Unas veces princesa, otras veces durmida y soñadora, parece que nunca se da cuenta de esa mirada que la está deseando tanto. Revela su cuerpo núbil, tanto sus piececitos como sus caderas carnosas y sugestivas, y se nos parece que esta mujer eternamente ingenua sueña con ser María pero actua como Afrodita.

Más allá de las fintas del pudor, se esconde sin embargo una mirada indulgente : la del fotógrafo. A la vez presente y ausente, explota los momentos de treguas para apoderarse de este cuerpo-fantasía histérico y convertirlo en un cariñoso jugueteo. No se nos enseña a una mujer, sino a la feminidad, que se muestra tal como se percibe : ingenua, preocupada, traviesa o preciosa. A medida que pasan las fotos van cumulándose las infinidades metamorfosis de su extravagancia.

¡ Oh Venus ofrecida, para siempre prometida ! Será que no eres tan ingenua como lo pareces, porque la Eva pecadora que se escondía en tí se despertó llena de vigor erótico. Sola, la inocencia no contiene todo el encanto de su realidad : necesita la mirada cómplice, un ojo que sepa mirar en ella, eso si, ver el fruto prohibido pero sin abandonarse a ello. ¡ Ay, m artirio del fotógrafo ! Reflecto de un mundo compuesto casi exclusivamente de mujeres, la obra de Tom Spianti nos revela el lado oscuro de los gineceos modernos. Como un Sultán que estaría espiando su harén mientrás él no está, entramos con él en un mundo secreto y fascinante ; en un Yemen utópico donde la Reina de Saba nos propondría unirnos a ella, en los confines de su Oriente adámico, donde inocencia y seducción se enlazan y se fecundan.

Traducido por Adelina Colucci